TULUM, Quintana Roo – En las últimas décadas, el planeta ha estado lidiando con el creciente estrés de cambio climático, la contaminación costera y una enfermedad devastadora conocida como síndrome blanco. Estos factores han causado estragos en los arrecifes de coral, que alguna vez fueron prósperos, y han causado una destrucción significativa en un lapso de apenas unas décadas.
De acuerdo con Lorenzo Álvarez Filip, investigador de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM en Puerto Morelos, Quintana Roo, entre 60 y 1980 se ha perdido casi el 2015% de los arrecifes de coral del Caribe mexicano. Los corales sobrevivientes son aquellos que presentan tolerancia al estrés, soportando cambios ambientales rápidos. Sin embargo, estos corales son relativamente pequeños y carecen de la capacidad de construir estructuras arrecifales extensas.
A pesar de ocupar menos del 0.1% de la superficie oceánica del mundo, los arrecifes de coral sirven como hábitat crucial para el 25% de las especies de peces conocidas, además de brindar refugio a crustáceos, moluscos y algas. Actúan como barreras naturales contra huracanes, salvaguardando no sólo la línea costera sino también la infraestructura turística. Además, contribuyen significativamente a la producción pesquera y sirven como un atractivo importante para los turistas en Quintana Roo, lo que hace que el conservación de los arrecifes de coral de suma importancia de México.
Si bien el Caribe mexicano cuenta con algunos de los arrecifes de coral más impresionantes del país, otros arrecifes de importancia ecológica y turística se pueden encontrar en Veracruz, Tuxpan y a lo largo de toda la costa del Pacífico, donde prosperan estos ecosistemas tropicales.
La erosión supone una amenaza importante para los arrecifes de coral. A medida que los esqueletos de coral se erosionan de forma natural, los peces loro, los erizos de mar y varios tipos de esponjas contribuyen a la producción de arena.
Según Álvarez Filip, las prístinas arenas blancas de las costas de Cancún, Playa del Carmen y Tulum son el resultado de la perpetua batalla entre la construcción y la erosión. Cuando estos procesos están en equilibrio, aseguran la existencia de arrecifes de coral saludables. Sin embargo, la prevalencia de la erosión sobre la construcción ha provocado el aplanamiento de las estructuras arrecifales, lo que impacta negativamente en los servicios ecosistémicos que brindan, como la protección costera y la biodiversidad.
Los arrecifes de coral son organismos coloniales compuestos por cientos o miles de pequeños animales llamados pólipos, que están estrechamente relacionados con las anémonas y las medusas. Estos pólipos, cuyo tamaño varía de milímetros a centímetros, forman colonias que albergan dinoflagelados simbióticos conocidos como zooxantelas. Los esfuerzos combinados de los pólipos y las zooxantelas dan como resultado la formación de arrecifes de coral, en los que ambas partes secretan carbonato de calcio, el esqueleto pétreo de los arrecifes.
Álvarez Filip explica además que los corales de crecimiento lento, en particular los que pertenecen al género Orbicella, desempeñan un papel importante en la construcción de los arrecifes. Crecen apenas un centímetro por año y tardan cientos de años en alcanzar alturas de seis a siete metros. A lo largo de escalas de tiempo geológicas, estos corales han formado la península de Yucatán, un testimonio de su monumental contribución.
Desde 2019, la pérdida de corales se ha visto agravada por la aparición del síndrome blanco. CozumelEn , por ejemplo, había magníficas formaciones de coral que se asemejaban a catedrales góticas. En enero de ese año, una estructura de coral de cinco metros de altura y siete metros de longitud, construida con mucho esmero a lo largo de cuatro siglos, se alzaba en pie. Sin embargo, apenas cuatro meses después, había sucumbido por completo.
El síndrome blanco es para los corales lo que el Covid-19 para los humanos: una pandemia que se conoce como epizootia cuando afecta a los animales. Se cree que es causado por bacterias transmitidas por el agua que han devastado los corales en todo el Caribe mexicano. En menos de un año, el síndrome se ha extendido desde regiones del norte, como Cancún, hasta Xcalak, en la frontera con Belice, invadiendo rápidamente los arrecifes.
Para contrarrestar la alta tasa de mortalidad de los corales, se han llevado a cabo diversas iniciativas de restauración de los arrecifes, que consisten en romper los corales en pequeños fragmentos o rescatar los que han sido desplazados por huracanes, para luego cultivarlos en acuarios o viveros antes de volver a trasplantarlos al fondo marino.
Grupos de científicos, particularmente en Puerto Morelos, trabajan incansablemente en el trasplante y la restauración de corales en todo el Caribe mexicano. Sin embargo, la supervivencia a largo plazo de estos esfuerzos de restauración depende de la mitigación de las perturbaciones ambientales y la contaminación marina que siguen cobrándose la vida de los corales.